sábado, 14 de julio de 2012

Psicoanálisis. Apertura a la mordaza del sufrimiento.

El psicoanálisis surgió como clínica para abordar lo que otros discursos, prácticas y saberes desechaban,  callaban, excluían por carecer de medios teóricos y de método para esclarecer el padecimiento psíquico. 
Por lo cual, el psicoanálisis, abrió, hizo a la apertura para que el sufrimiento empezará a ponerse en palabras. Se propuso sacarle la mordaza al sufrimiento y ofreció su escucha para que eso hable.
La escucha del analista, se delimitó con condiciones tan elaboradas, que hicieron de ella el instrumento de una práctica que solo el analista conoce cómo ejecutarla.  Se diferencia así de cualquier otra práctica que aunque se propusiera el fin de ejercerla en nada tendría de comparable, o de la que solo podría obtenerse la sonoridad de un instrumento desconocido o mal afinado, un instrumento que se desconoce y que a la vez se intenta tocar.  
Entonces, la escucha del psicoanalista, no se puede imitar, emular o realizar por otras prácticas; y solo es posible encontrarla en la experiencia de un analisis.
Al comenzar a abrir la mordaza del sufrimiento, S. Freud esclareció dos cosas: que "todo hombre tiene perfecta conciencia de encerrar en su pensamiento cosas que nunca o solo a disgusto comunicaría a otros, sus intimidades" y por otro lado llegó a lo que será su descubrimiento y es que "existen  cosas que uno no quisiera confesarse a sí mismo, que se oculta uno a sí propio y que expulsa de su pensamiento en cuanto, por si acaso, aparecen".  
De esto se pudo determinar, que hay cosas encerradas en el pensamiento; de algunas podemos ser conscientes, pero hay otras cosas que forman parte de otros pensamientos, esos que "se ocultan a uno mismo" son lo pensamientos inconcientes.  Esas cosas encerradas y expulsadas, no significan que estén sin efecto, inactivas,  son causa de sufrimiento psíquico del cual se tiene noticias a través de diversos síntomas, de inhibiciones o de angustia.  Se advirtió aquellas personas aquejadas de "bruscos cambios de estado de ánimo, que no logra dominar; o de una temerosa indecisión que paraliza sus energías, haciendole incapaz de realizar nada; o de una angustiosa sensación."
El psicoanálisis reveló que había otro "poderoso instrumento", la palabra. En dirección a ella orientó el suyo, la escucha. Por qué la palabra? Porque con ella se comunica algo,  pero a la vez "se dice algo más". En la palabra  se desliza enredado algo que va más allá de la intención de lo que se quiere decir; eso que "dice algo más" en la palabra es el inconciente y es el trabajo del analista:  escucharlo.


                                                                                                                  Psicoanalista  Andrea Ponce

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un mundo mágico… en el que cada uno pierde la magia.













Estamos inmersos en una esfera, global, donde la aceleración es la modalidad del tiempo que gobierna cualquier tipo de artificio. El tiempo, es una dimensión, como el espacio donde se aloja lo que acontece.-
Qué acontece, en la dimensión temporal donde la fuerza se direcciona en una aceleración continua? El hombre esta inquieto en la maquinaria del tiempo. Todo lo que busca es reducir al máximo tiempo – espacio.  Los productos, servicios, creaciones y experiencias están confiscados, atrapados en esta lógica.-
Todas las ofertas (de productos y servicios), se lanzan y relanzan, con esta estampida, que promete, promueve, llegar al objetivo – objeto en el menor tiempo posible. La oferta es que hagas lo que hagas sea en el mínimo de tiempo.
Comerciales donde desde un elemento de cocina, te indica “en solo 5 segundos… podes obtener…”, hasta en la producción automotriz donde la potencia se mide en el reloj de velocidad que alcanza. En las propuesta de servicio de salud, en donde un problema alimentario se traduce “pierda kilos en nada menos que 7 días”. O los nuevos servicios del ciber-espacio, donde el espacio y la conexión, como la desconexión se  mide en tiempo: “tantos megas equivalen a tanta rapidez “.
Las distintas terapias, que apuestan al tratamiento del padecimiento subjetivo,  no escapan a esta lógica. Se las reconoce con la misma oferta, que cualquier tipo de producto y servicio del mercado: terapias rápidas, terapias cortas, terapias focalizadas.
Parece que el único valor  que predomina en un producto o un servicio a adquirir, es que sea rápido;  diluyéndose los demás atributos posibles. No importa qué, ni cómo, ni cuándo, solo importa lo inmediato. El hombre, se confronta así con una pérdida de los atributos de su gusto en pro de la obtención del único atributo generalizado de todo y para todos: el tiempo.-  En esta maquinaria los objetos como los sujetos han quedados homologados en una misma condición: la rapidez. Y en esta condición absoluta, cada uno, va perdiendo sus rasgos especiales.
En el acto mágico, lo que prima es la rapidez de su ejecución, con el fin que no se destaque ni perciba ningún detalle.  Esta condición de rapidez, deja a un gran número de personas incautadas en un mismo tiempo.
El psicoanálisis, es un acto que se contrapone a todo acto mágico, y por tanto a todo efecto de incautación de un sujeto.  Lo central, del acto del psicoanalista,  será apuntar a pesquisar el detalle de cada uno. 
 En este mundo mágico, se está atrapado en el efecto cautivador, de hacer aparecer o desaparecer un objeto que  sostiene una promesa, en la que se eclipsa ¿qué sostiene para cada uno? Es tan imperioso el acceso a determinados objetos, que no hay tiempo, ni espacio, para saber si después de un rato ya no habrán perdido la magia.-




Psicoanalista Andrea Ponce



miércoles, 10 de agosto de 2011

La agresividad. “De la complacencia a la mala fe”



Enlace:

La actualidad nos presenta en diferentes escenarios formas cada vez menos solapadas en donde la agresión protagoniza un tipo de relación con el otro.
La agresividad esta tensada en lo que separa y articula dos momentos.
Es conocida la expresión de “situación límite”, esto no es que una determinada situación este delimitada, ni que un límite esté allí funcionando como los márgenes de un río; donde se sabe que algo fluye pero con cierto límite. Un límite recorta un espacio, una geografía, una situación vivida, un tiempo; y esto hace posible la existencia.-
Ahora diría que hay diferentes hechos que se ubican en una situación al límite y por otro lado en una situación más allá del límite.-  Si seguimos la imagen del río y sus márgenes, sabemos también que hay situaciones en donde sus límites se empiezan a desdibujar (por una crecida del volumen de agua); y son sabidas las expresiones de “esta en el límite” o también “esta por desbordar”. ¿Qué pasa cuando algo desborda? ¿Cuando se diluye el límite? El límite está para establecer una diferencia, gracias a él podemos saber  que una cosa es por donde va el río y que otra cosa es la playa. Entonces cuando se sobrepasa cierto límite se pierden las diferencias; ya no se puede discernir  cual es el río, cual es la playa. No se puede diferenciar cual es uno y  cual el otro.-       
También se ha tenido oportunidad de ver, qué pasa cuando a ocurrido un sunami, o un volcán vierte y derrama su lava; lo que arrasa a su paso  hace que no se distingan ni calles, ni casas, ni partes que se desprenden  pertenecientes a diferentes objetos, a diferentes otros.-

Hace poco registré una escena que me llamó la atención en un punto. Se televisaban  peleas callejeras, la misma se desarrolla entre dos grupos, inicialmente un integrante de uno de los grupos empieza a pegar a uno del otro grupo; mientras tanto los integrantes de ambos grupos se mantenían como expectantes; hasta que se inicia otra pelea entre dos integrantes de cada banda. Hasta aquí había una diferencia, había dos grupos. Pero en un momento se desata una pelea de todos contra todos, ya no había grupos diferenciados,  ya no se delimitaba quién contra quien; unos y otros ya eran lo mismo.-
En estos casos, hay algo en común, cuando se les interroga acerca del motivo de la pelea, de aquello que pueda haberla suscitado,  se dan respuestas muy difusas y en algunos casos no se puede ni dar algún motivo.-

En otras situaciones, podemos ubicar esos enlaces donde la relación va “de la complacencia a la mala fe”.-  Son esas relaciones donde alguien complace haciendo de él lo que el otro pide  o demanda. La misma lógica  se desplaza a la mala fe,  en esta se sostiene “te haré lo que me hiciste”, o  “ahora verás tú lo que se siente”.

Desenlace:

 En la complacencia el yo actuará como otro, y en la mala fe el otro experimentará lo del yo.
Estas relaciones discurren y pasan de una a otra, en un circuito de complacencia – y mala fe.-, algunas se sostienen en un ida y vuelta de estas dos pasiones. En ambas  pasiones adquieren la forma del yo. Y son conocidas las diferentes formas de esas relaciones pasionales, que pueden ser dadas en una  determinada relación del yo con el otro.- 
En la complacencia, alguien buscará realizar en forma totalizante, tratando de que no haya fisura, en la correspondencia de lo esperable por el otro. Es una empresa que intenta   reducir al máximo cualquier desajuste, cualquier rasgo que la hiciera diferente de la forma del otro. Será la búsqueda del ser, llevada a la perfección, de lo que se deduce como requerimiento del otro. Que haya correspondencia, entre la encarnadura de la forma  de Uno y lo esperable por otro.
Aquí se dan relatos bien conocidos, que van desde sus mínimas a sus máximas. Ejemplo: “hazme la comida que comí aquella vez” y alguien se afanará para que salga igual, para que se reproduzca tal cual; tarea difícil, ya que ¿podrá efectuarse exactamente igual? O “vístete como tal persona”. O “si no hago de la forma que me dijo me mata”. Y matar se lo puede realizar de muchas maneras: con una palabra, con un gesto, con la indiferencia, hasta las formas física de agresión.  Y para que el “yo”, no muera con algunas de estas formas de muerte que el otro puede instrumentar, se jugará entre existir con la forma del otro o no existir. 
La complacencia será la búsqueda de realizar la forma del otro.
Por otro lado, también se reconocen esas relaciones que se direccional desde la “mala fe”.  Donde se buscará ejecutar   que el otro vivencie, lo más exactamente posible, lo que ha experimentado el yo. Y el yo, empleará su tiempo en la búsqueda de todas las formas de maldad,  que sean recíprocas al sentimiento de sí suscitado por el otro. “Te haré lo que me hiciste” 

Hasta el momento se intentó introducir desde diferentes situaciones de la vida cotidiana el tema de la agresividad. Pero la misma, se presenta desde un registro, donde se pone en juego la relación imaginaria con el otro.-

La relación del yo con el otro, se posiciona en una correspondencia en espejo y ¿qué permite un espejo?, el efecto que intenta es que haya semejanza entre un objeto y la imagen de él. Por lo tanto, toda relación entre el yo y el otro, en donde el otro podrá ser de espejo en quien se refleje el yo será una relación de semejantes.- El yo se constituye así por la identificación con la imago (imagen) del semejante.
La agresividad, tensa  dos momentos: uno donde se percibe cierta inconsistencia, cierta desventaja, cierta impotencia, cierta incoordinación, cierta inferioridad y otro momento en donde se intenta cierta coordinación, cierta adquisición,  logro. La agresividad aparece en ese punto “de coordinación más amplio” donde se intenta subordinar algo.  
También se podría apreciar, retomando la pelea callejera, lo que se acaba de desarrollar en un punto de coordinación y de incoordinación. 
Los que se disponen a la pelea, se paran de una determinada manera, ubican una “prestancia” y una “ostentación”  se presentan coordinados en su postura; ahora cuando se inicia la pelea esa postura se pierde, y la pelea se desarrolla en una incoordinación (se lanzan manos, patadas, empujones, tropiezos, descoordinados y fragmentados). Esta agresividad pone en escena una inversa: ahí donde había un cuerpo bien parado empieza a desmembrarse en sus partes inconexas. Cuando aparece la intención agresiva, y cuando se ejerce, algo se desata con ello de lo que mantiene tensada la unidad del cuerpo.-
Ahora volvamos a esa relación del yo con el otro, en tanto quisiera retomar la relación que va: de la complacencia a la mala fe.
Podemos decir que inicialmente es indiferenciada, y que luego pasa a ser de semejanza. Primeramente no hay yo ni otro, luego el yo y el otro están indiferenciados, posteriormente se reconocerán, pero no faltaran las ocasiones  en donde de lo otro se haga lo mismo. Esta última es la relación de semejanza: cuando de lo otro se hace lo mismo, lo mismo que “yo”·.-

¿Cuál es la operatoria que rige la relación del yo y del otro en tanto semejante? Recordemos las frases que se pueden escuchar cuando alguien dice “te haré lo que me hiciste” o “eso eres tú”. Que relación se establece en este juego de espejos?.
 Lo que domina la relación especular (en espejo) entre el yo y el otro es una operatoria de transitivismo.  (En los niños se observa claramente cuando uno “le imputa, a otro, haber recibido el golpe que él le asesta”. Pág. 171 E. Técnicos).
Esta relación de transitivismo entre el yo y el otro domina muchas de las escenas que van de la complacencia a la mala fe, en la relación pasional del yo con el otro. Que el otro sea o le suceda lo mismo que a mí.
Ubicaría aquí, un registro de la venganza; en la relación de yo –otro, donde el otro “a semejanza” vivencie lo del yo. Sería una manera del yo de resarcimiento narcisista, y la formula es que el otro pase la misma situación, que pase por lo que paso el yo.-

Re-enlace

El yo aparece como esa forma refleja de una imagen que le viene del otro. La identificación a esa imagen de sí es enajenante, en tanto que esa imagen con la que se identifica a la vez esta fuera de sí, sostenida por un otro.
En la relación del yo con el otro; la agresividad estará en el punto de rivalización con el otro, como correlato del narcisismo: “se instituye  sobre el “tu” o “yo” permanente de una guerra  en que esta en juego la existencia de uno o el otro” (Pág. 411- La cosa freudiana).
Pero en la relación en espejo_  del yo – otro_  nunca estará claro quien terminará recibiendo el golpe, aun cuando quien  pegue sea el “ yo”.
¿Cuál será el yo en un espacio, geométrico, de forma caleidoscópica de espejos?

                                                                         Psicoanalista Andrea Ponce

domingo, 8 de mayo de 2011

Insomnio




Si el lector pretende encontrar una forma descriptiva de las perturbaciones del dormir no tendrá que hacer más que remitirse al DSM IV (Trastornos del sueño f51.0/ código 307.42), o en el CIE 10, (Trastornos no orgánicos del sueño-vigilia) donde encontrará una clasificación de la problemática. 
No es el interés de este desarrollo abordar la problemática desde un análisis descriptivo, sino desde  el recorrido del psicoanálisis donde se descubre el funcionamiento de la actividad psíquica.-
Enlaces:
Desde lo fenoménico, el Insomnio, ha sido advertido tanto por quien lo sufre, como así también socialmente; o sea que es una problemática que se alojo en el conocimiento, que se la nombra y se expande en su mención. Conocimiento que ha llevado a naturalizar este padecimiento  y lo que se naturaliza deja de ser interrogado.-
En tanto fenómeno, hecho corroborado al que se le asigna una categoría,  hasta llega a ser auto-diagnosticable en su presentación: “yo tengo insomnio”.  Si a toda aproximación diagnóstica le sigue una terapéutica posible, aparecerán diferentes abordajes; esto solo si, él que se auto-diagnosticó   no dicte a su vez el procedimiento terapéutico: “recéteme algo… voy a buscar la receta”.
La Cosa, parece andar sola, en el margen están quienes la padecen y quienes han pasado a ser los administradores paliativos (profesionales) para que la Cosa ande.-
Las respuestas a esta problemática también son conocidas: una oferta creciente de psicofármacos  circulan en el tejido social; que se legitiman como un objeto más de consumo.  Objetos de consumo que se reintroducen como tragamonedas en la insaciable Cosa que acosa.-
Como todo objeto de consumo, el fármaco, tendrá que vestirse con algún atractivo: “medicamentos de última generación”… “mínimos efectos indeseables”.
Lo expresado hasta aquí, no conlleva a que se descarte un psicofármaco como una intervención posible dentro de una terapéutica. Pero no es lo mismo el medicamento como intervención acotada, que el fármaco como expansión de la producción y el consumo.-


Hay una sobredeterminación en la maquinaria de producción y consumo, que hace que, de los efectos indeseables que ella ocasiona, tenga que crear una nueva producción para eliminar lo residual.
Hoy asistimos a un aumento creciente y desmedido de las exigencias del mundo exterior:
Aumento de la jornada de trabajo
Su contracara, aumento de larga improductividad (desempleo)
Prolongación del trabajo fuera del ámbito laboral
Atención a los distintos requerimientos de la vida cotidiana


En esta maquinaria, el dormir, seria una forma de recuperación de cierta energía, que al decir de Marx seria para volverla a invertir en el mismo sistema productivo. Hace poco surgió como idea empresarial que los empleados pudieran dormir unas horas dentro del ámbito laboral, la novedad llamo la atención, es que la producción advierte que el empleado descansado produce mas y mejor. En la ciudad de Buenos Aires hasta se creo una nueva empresa: lugares donde las personas puedan dormir la siesta.
Hay una doble exigencia en sentido opuesto:
Mas cantidad de horas dedicadas a la producción, mas eficacia en la calidad de trabajo, y en sentido opuesto mas cantidad de horas de descanso. Lo común es que hay un más y por otro lado hay tendencias opuestas, esto podría servir de  ocasión en la emergencia de algo sintomático.
El insomnio, es un tipo de producción psíquica, sintomática. Lo podemos ubicar antes que se lo reconociera y tomara tanta presencia, en tanto es inherente a  una formación psíquica. Si bien es innegable que la actualidad propicia la exacerbación de las condiciones que ya están dadas en la estructura subjetiva de cada uno. A su vez es innegable, como se expandió la presencia de esta problemática, que al generalizarse como mal de muchos, ya no representa la singularidad de cada uno que la padece.  


Desenlace:
Abordando esta problemática, el Insomnio, podemos preguntarnos ¿qué operación realiza alguien cuando se dispone al hecho de “irse a dormir”? Este “irse a…”indica ya algo. ¿De donde parte y hacia donde va?
Quien se va…: parte, se retira, del mundo exterior.  Entonces la primera operación del soñante, es que retira su lazo con el mundo exterior y se va a enlazar con el mundo del soñante.-
Sigmund Freud, emplea un término, se tiene que “renunciar al mundo exterior”. La renuncia a algo es eso que carece de apelación, es un acto  que no admite acciones intermedias. Me detengo en la fuerza de este termino empleado por Freud. Uno se podría preguntar ¿a qué se renuncia?, lo que si ya esta afirmado es que hay que renunciar a algo.-
Entonces avancemos por la pregunta, ¿a qué hay que renunciar?  Hay que renunciar del mundo exterior a: sus requerimientos, sus reclamos, sus exigencias. Exigencias del mundo exterior, que Freud dijo que la conciencia atiende, aunque aclaró que de manera intermitente, la atención es una cualidad de la conciencia que intenta accionar sobre el mundo exterior; aunque no siempre nuestras acciones estén comandadas por la conciencia; en su intermitencia, en sus impasses estarán operando otros sistemas psíquicos. Podríamos decir entonces, y hacer extensible que renunciar al mundo exterior también es renunciar a las maniobras, al comando de la conciencia.- Se clausura así la bisagra que articula el mundo exterior y el polo de la conciencia. La actividad psíquica proseguirá, más allá de la vida despierta y de la conciencia; y la vida del soñante estará auspiciada por el inconsciente.-  Pero ¿qué es la actividad psíquica?   Es la actividad de desplazamientos de montos de energía, que se ligan o se mueven entre representaciones.-  Este monto de energía, avanza o regresa en el aparato psíquico, siguiendo una red asociativa de  representaciones; este tiene una actividad permanente,  y según la dirección del desplazamiento de cargas de energía (progrediente - regrediente) se estará en la vida despierta o en la vida del soñante.-
Lo primero que se desprende de esto es que en el Insomnio: no se haya  logrado la renuncia al mundo exterior y la clausura del polo de la conciencia. Las exigencias del mundo exterior continúan, no pudiendo el sujeto desentenderse de él.
En otro caso, el sujeto experimenta las exigencias de la libido. Puede desentenderse de lo preocupante del mundo exterior durante la noche, pero tampoco se dirige a dormir. En determinada estructura psíquica, en la noche es cuando más lucidez, o más despierto el sujeto se encuentra; al retirarse de las exigencias del mundo exterior del día, encuentran la noche propicia para realizar  algún deseo diferido, y así responder a las exigencias de la libido.
Entonces de aquí se desprende, que ya sea de lo apremiante del mundo exterior o de algún objeto de interés, no se puede retirar la investidura, la energía psíquica. Esto conlleva que lo que se tiene que retirar es un quantum de energía ante una exigencia, para que vuelva al yo; condición necesaria para el soñante. En el soñante, el yo, retira las cargas de los objetos y la vuelve sobre si. 
La tercera exigencia, vendrá de una instancia psíquica, a la que el yo tampoco logra sustraerse.  Esta instancia, que mantiene despierto al yo, que le impone diferentes pensamientos,  y que puede no dejarlo dormir es el superyó. El superyó es la instancia que observa la distancia que separa al yo de algún ideal.  El superyó es una instancia, donde se vislumbra  otra de la elucidaciones del psicoanálisis, que lo exterior puede ser lo más interno. El superyó es lo que del exterior, (de la cultura: del padre - de la autoridad – de la enseñanza – de la lectura),  se  incorporó como imperativo categórico ejerciendo su coerción al yo; pero sosteniendo un doble imperativo, dice Lacan: por un lado prohíbe el goce y por otro lado manda a gozar.-
Llegado a este punto, podría decir que en el insomnio, el sujeto no logra “extrañarse”, des-entenderse de un exterior interno.-
 Para terminar quiero tomar la expresión de Freud: “El yo como una pobre cosa, sometida a tres servidumbres: del mundo exterior, de la libido y del superyó” (Freud: “El yo y el ello”, punto: las servidumbres del yo).-


Re-enlace
La actualidad, ha incrementado las exigencias del mundo externo - interno. ¿Puede pensarse que la actualidad crea condiciones favorables para que se ponga a prueba la propia estructura subjetiva?
El superyó en su doble imperativo de goce, se parece al sistema de producción: que prohíbe descansar por un lado y que manda a dormir por el otro.  Donde un imperativo susurre, aun cuando no sea audible, alguien estará lo suficientemente despierto.-


Psicoanalista Andrea Ponce.-

jueves, 28 de abril de 2011

Las condenas de la pregunta

La pregunta, hoy se pasea por estas líneas, se arrastra como puede, porque sus cadenas no la dejan moverse demasiado.  Su aspecto es el de la desposeída, la arrojada a un reducto muy pequeño en donde olvidada, mantiene el anhelo de su poseedor. ¿Quién arrojaría, encerraría, callaría,  despreciaría, olvidaría, a aquella que sin embargo sostiene la causa de lo deseado? La pregunta se ha quedado sin su poseedor,  pero a la vez el poseedor se ha quedado desprovisto de lo que ella guarda.

En los comienzos, ya sea de la civilización como así también en la infancia del hombre, la Pregunta fue recibida como un hallazgo, por qué no decir como una gran conquista, ella  sería  un punto de llegada y a la vez de partida para nuevas travesías.-
En la actualidad, se levanta el imperativo de la respuesta, de las argumentaciones, del conocimiento, que se multiplica en las diferentes avenidas de la vida cotidiana de cada uno.
Hoy el hombre tiene que ser aquel que solo de respuesta, ¿a qué? a cada uno de los requerimientos que le llegan. Atrapado en el imperativo de producir una respuesta, que a la vez tenga las cualidades de ser efectiva, resolutiva, duradera y extensiva a muchos; o sea que la respuesta se conserve efectiva en un tiempo y espacio sin que nada venga a agrietar la resolución que pretende sostener.-   
En este imperio en el que el hombre se encuentra amurallado, poseedor desposeído, es el productor de un sin número de respuestas que a las vez no responden, ni se aproximan a lo que sería su pregunta.-
Hay ocasiones que permiten vislumbrar lo que produce la emergencia de la pregunta. Hacia ella se lanzaran los juicios más diversos, los mismos que forman cada uno de los eslabones de la cadena en que la Pregunta se encuentra agazapada.
Cadena de juicios y juicios en cadena para que la Pregunta se mueva lo menos posible, para que no se deslice demasiado; pero a veces se siente aunque más no sea que ella está ahí cuando hace escuchar el ruido de su cadena.
Pero veamos esas pequeñas ocasiones en que ella asoma, ¿qué es lo que surge cuando alguien produce una pregunta? 
Lo primero que aparece, con la pregunta,  es que alguien se animó. Como si hubiera transgredido algo en ese preciso instante, el umbral de un juicio.
Quien se animó esta animado, esta movido por algo en su vida anímica. Que alguien, se anime, esta produciendo un movimiento en él y en otros al mismo tiempo. Allí, quien preguntó, quizás sea el generador de otras preguntas en él y en otro, ¿cómo se animó?, ¿cómo preguntó?.  Pero rápidamente, un arsenal de artilugios se preparará para callar la pregunta.-
Estarán preparadas las balas que digan, ante una pregunta:
Que tontería esta preguntando.
Cómo no sabe eso.
Qué mal formulada esta la pregunta.
Cómo fue a preguntar eso.
En este caso, la Pregunta, que cortó sus cadenas se encontrará con la artillería que la devuelva a su lugar, si todavía sobrevivió a las balas dirigidas.-   Pero como todos saben, ante cada condena, se elaboran los argumentos del juicio, así que no faltará quién argumente una extensa respuesta para sellar la condena de la pregunta.-

Desenlaces:
Este espacio se abre a desenlazar  la Pregunta que cada uno se permita acercar, aproximar, con las dificultades mismas que ello suscita. Desde el Psicoanálisis, la pregunta siempre es la causa que anima; y la causa del psicoanálisis es poder desenlazarla.
Por esto, este espacio se abre a la pregunta de cada uno, teniendo en cuenta que aquí “un decir” por mínimo que parezca es de gran importancia.   
Para el psicoanálisis lo mínimo, es la punta de un iceberg, se valoriza lo que en los más monumentales avances de la humanidad terminó siendo despreciado. ¿Qué habrá pensado el Titanic frente al insignificante asomo de hielo? , ¿Alguien se habrá hecho una pregunta? Y si alguien llegó a esbozar algo de una pregunta ¿se la habrá puesto rápidamente en condena?, ¿qué hubiera ocurrido si alguien la hubiese escuchado?

Re-enlaces:
Para terminar, quisiera dejar escrita una pregunta, que encontré hace un tiempo y que pertenece a Albert Einstein, y dice así:
“De lo que tiene real sentido en nuestra propia existencia casi no nos damos cuenta… ¿qué sabe el pez del agua en que nada toda su vida?”. (A. Einstein: “Mi credo humanista” Pág.18).



Psicoanalista Andrea Ponce.-